Ciberbullying: Jóvenes, relaciones de poder y entornos digitales
En los últimos años, y con la democratización del uso de internet y las TIC, el fenómeno del bullying se ha ampliado también en los espacios virtuales dando lugar al ciberbullying: Acoso psicológico ejercido por uno o más niños o jóvenes a través entornos virtuales y redes sociales contra la identidad personal y digital de otro niño o joven. Ante éste, una primera reacción fue criminalizar las TIC y redes sociales virtuales, o abordarlas desde la perspectiva de riesgos y la cultura del miedo. Hoy, pero ya hay mucha gente que entendemos las dinámicas de violencia como una problemática social, que va más allá de niños y jóvenes, afectando a toda la comunidad, y para las que internet y las redes sociales no son la causa sino un nuevo canal.
Las investigaciones sobre los factores que influyen en el desarrollo de conductas de acoso y ciberacoso evidencian que no existe un patrón claro que se ajuste al perfil de un menor que sufre acoso o del que acosa a sus iguales. Sin embargo, se apuntan una serie de factores de riesgo que pueden favorecer que se produzcan situaciones de acoso y ciberacoso. Estos factores de riesgo pueden vincularse a distintos ámbitos: el desarrollo personal, el contexto escolar, el ámbito familiar y el entorno; pero es necesario un enfoque multidisciplinar para trabajar su prevención.
Entendiendo la cultura de la violencia y las desigualdades sociales como factores que propician las dinámicas y abusos de poder, es necesario pensar la prevención también desde esta mirada y no limitarnos sólo a realizar acciones dirigidas a niños y jóvenes. Así, desde el nivel más aterrizado hasta las instituciones y políticas públicas, es importante analizar qué ocurre a escala grupal, a nivel de centro educativo y en el ámbito social, para entender por qué se da la dinámica de abuso, qué la sustenta , y qué acciones y líneas de actuación se pueden llevar a cabo, para responsabilizarnos a todos y todas de la parte que nos toca:
Valores Sociales: Sentido crítico hacia las discriminaciones, la cultura de la violencia y el individualismo
Instituciones públicas: Desarrollo de leyes y protocolos de actuación
Comunidad Educativa: Desarrollo de leyes y protocolos de actuación
Grupo clase: Relaciones y dinámicas de poder en el grupo, identificación de la violencia
Niñes / Jóvenes: Habilidades sociales, educación emocional, espacios de participación
Adultos/as/es preparades para actuar?
Antes de iniciar acciones de prevención dirigidas a niños y jóvenes, nos parece imprescindible que las personas adultas que estamos a su alrededor (familias, profesorado, educadoras.) hagamos una reflexión y trabajo previo: ¿qué relación tengo yo con la violencia? ¿Cómo interactúo en espacios virtuales, por ejemplo en twitter? ¿Qué tiempo dedico ante una pantalla y qué uso hago? ¿Qué imagen tengo de mi hijo/a o alumno? ¿He imaginado alguna vez que pueda desempeñar un rol de agresor/a?
Desde NUS tenemos el convencimiento, que a menudo exigimos a niños y jóvenes un trabajo que las personas adultas no tenemos resuelta; actuando entonces desde el moralismo y escondiendo nuestras propias contradicciones.
Las personas adultas somos las primeras en reproducir las violencias (hacia los demás o hacia nosotros mismos) desde la mejor intención e incluso sin ser conscientes de que sean violencias. Desde un sentimiento de protección, reproducimos consejos del tipo «si te molestan volver», «defénzate» o «no les hagas caso» que reproducen lógicas violentas individualistas, que no frenan a quien está ejerciendo violencia ni aportan herramientas asertivas y eficaces a quien esté sufriendo, y en ningún caso tienen en cuenta que, más allá de lo que vemos a primera vista, existen dinámicas de poder y exclusión grupales que están sosteniendo un clima en el que es posible que “esto ocurra”.
Cultura de grupo: Identificar qué nos hace actuar? Qué nos paraliza?
Antes de iniciar acciones de prevención dirigidas a niños y jóvenes, nos parece imprescindible que las personas adultas que estamos a su alrededor (familias, profesorado, educadoras.) hagamos una reflexión y trabajo previo: ¿qué relación tengo yo con la violencia? ¿Cómo interactúo en espacios virtuales, por ejemplo en twitter? ¿Qué tiempo dedico ante una pantalla y qué uso hago? ¿Qué imagen tengo de mi hijo/a o alumno? ¿He imaginado alguna vez que pueda desempeñar un rol de agresor/a?
Desde NUS tenemos el convencimiento, que con frecuencia exigimos a niños y jóvenes un trabajo que las personas adultas no tenemos resuelta; actuando entonces desde el moralismo y escondiendo nuestras propias contradicciones.
Las personas adultas somos las primeras en reproducir las violencias (hacia los demás o hacia nosotros mismos) desde la mejor intención e incluso sin ser conscientes de que sean violencias. Desde un sentimiento de protección, reproducimos consejos del tipo «si te molestan volver», «defénzate» o «no las hagas caso» que reproducen lógicas violentas individualistas, que no frenan a quien está ejerciendo violencia ni aportan herramientas asertivas y eficaces a quien esté sufriendo, y en ningún caso tienen en cuenta que, más allá de lo que vemos a primera vista, existen dinámicas de poder y exclusión grupales que están sosteniendo un clima en el que es posible que esto ocurra.
Pistas para actuar en entorno escolar
Antes de iniciar acciones de prevención dirigidas a niños y jóvenes, nos parece imprescindible que las personas adultas que estamos a su alrededor (familias, profesorado, educadoras.) hagamos una reflexión y trabajo previo: ¿qué relación tengo yo con la violencia? ¿Cómo interactúo en espacios virtuales, por ejemplo en twitter? ¿Qué tiempo dedico ante una pantalla y qué uso hago? ¿Qué imagen tengo de mi hijo/a o alumno? ¿He imaginado alguna vez que pueda desempeñar un rol de agresor/a?
Desde NUS tenemos el convencimiento, de que con frecuencia exigimos a niños y jóvenes un trabajo que las personas adultas no tenemos resolva; actuando entonces desde el moralismo y escondiendo nuestras propias contradicciones.
Las personas adultas somos las primeras en reproducir las violencias (hacia los demás o hacia nosotros mismos) desde la mejor intención e incluso sin ser conscientes de que sean violencias. Desde un sentimiento de protección, reproducimos consejos del tipo «si te molestan volver», «defénzate» o «no las hagas caso» que reproducen lógicas violentas individualistas, que no frenan a quien está ejerciendo violencia ni aportan herramientas asertivas y eficaces a quien esté sufriendo, y en ningún caso tienen en cuenta que, más allá de lo que veíamos a primera vista, existen dinámicas de poder y exclusión grupales que están sosteniendo un clima en el que es posible que esto ocurra.
Mirada factores de riesgo
La mirada pedagógica centrada en el factor problema pretende la visibilización de la problemática y la comprensión de sus dinámicas de funcionamiento: observar el conflicto para entenderlo e influir en él. En esta mirada hay que tener en cuenta el NO caer en la generación de perfiles, la revictimización o la justificación de la violencia por el mero hecho de encajar dentro de las dinámicas que la sostienen.
Mirada factores de protección
La mirada pedagógica centrada en soluciones, no violencia, restauración… Desde esta mirada podemos desarrollar acciones que, sin necesidad de nombrar los problemas, ayuden a promover y activar el bienestar grupal, desarrollando en el grupo factores relacionales, motivacionales, de voluntad y protectores.
Pistas para actuar en entorno familiar
Desde el entorno familiar, a menudo padres y madres somos los últimos en enterarnos de cuándo hay un problema, pero al mismo tiempo podemos ser los primeros en notar los signos de alarma, sospecha, o simplemente sentir que nuestro hijo o hija no «están bien». Desde una mirada preventiva, creemos muy necesario que desde las familias empecemos a aceptar que las dinámicas de bullying y ciberbullying son sociales y que pueden afectar a todos, incluidos nuestros hijos/as. A partir de ahí, aconsejamos no esperar a tener «pruebas» sino generar en la cotidianidad un clima de escucha y diálogo, que, en caso necesario, permita a niños y jóvenes tener la confianza para pedir ayuda.
Diálogo: Conocer qué le gusta a tu hijo/a, sus referentes. Identificar tus miedos, tus tabúes.
Escuchar: Se trata de acompañar y no de transformarse en un espía de los espacios virtuales de nuestros niños y jóvenes.
Responder: Confiar en lo que nos explican y darlo por cierto.
Diversidad de fuentes de autoestima y reconocimiento: Fomentar la implicación y participación en diversidad de espacios educativos y de ocio.
En el botón de más abajo le dejamos algunos recursos para trabajar la temática!